martes, marzo 21, 2006

Tumbado en un diván (capitulo 1)




Powered by Castpost

Abro los ojos... no, otra vez no... Miro el despertador, son las 3 a.m.
Desde hace ya varios años recibo la visita de mi fiel amigo… el insomnio...
El insomnio, ese compañero de viaje que me permite pensar y divagar sobre mi pasado, presente y futuro. Es curioso pero al despertarme en la madrugada me noto más vivo que el resto del día…. Pienso en todas aquellas cosas que me hacen feliz e infeliz, en todo aquello que no consigue salir de mi pensamiento, como una espina en el corazón.

Hoy me he despertado extraño, no sé, triste... Demasiadas cosas en la cabeza desde hace tiempo que no consigo ordenar. Siempre me he considerado una persona que se preocupa en exceso por las cosas, incluso aquellas cosas que podrían considerarse como mundanas, pero que le voy a hacer, es mi forma de ser y desgraciadamente no lo puedo evitar...
Ojalá viviese el día a día de otra forma, viviendo solo el momento, pero eso sería renegar de mi estado natural. Es curioso pero después de tanto meditar he llegado a una conclusión que creo que debería ser básica en mi vida, como una especie de mandamiento grabado en mi conciencia: Se coherente contigo mismo.
En la coherencia de los actos de una persona, reside creo yo, la forma de evitar los remordimientos posibles en un futuro tanto próximo como lejano. Como me decía sabiamente mi madre, no puedes quejarte de algo si antes no has hecho nada para evitarlo. Y he aquí donde durante tantos años he fallado, en el auto consolarme quejándome de mi mala estrella mientras en lo que lloraba mis penas, dejaba que mi vida pasase por delante de mis narices…
Tantas veces me he sentido solo, que quizás merezca esa soledad, ese vacío… un vacío tan profundo en el que subir mi estado de ánimo me resultaba imposible. Desde hoy ha nacido un nuevo yo, un nuevo hombre que afronta sus virtudes y sus defectos, sus alegrías y sus penas. Por ello tengo que luchar y salvaguardar mi vida. Una vida llena de vivencias y experiencias que aun están por llegar y las cuales no quiero perdermelas bajo unos ojos tristes y llorosos.
Ojalá las cosas fueran distintas, ojalá aquello que me hace feliz no se esfumase nunca ante mi pasividad, pero después de 25 años de existencia me he dado cuenta que en esta vida las cosas que desaparecen lo hacen, o bien por falta de cuidado, o bien porque no son felices contigo.
Como dice la canción de este post, quizás mañana encuentre el camino para llegar a casa, mi casa....

Mi insomnio, tan duro y esquivo a veces y otras tan buen consejero....